En estos días nos ha conmocionado la noticia del asesinato de 132 niños en Peshawar, Pakistán. Como Iglesias Metodistas de América Latina condenamos esta irracional violencia que no hace más que contribuir a que crezca el espiral de la violencia, el odio y la intolerancia. Afirmamos que toda diferencia entre sectores sociales debe ser resuelta por el diálogo de las partes en conflicto, actitud que conduce a preservar la paz y la vida, y en última instancia a logra la convivencia sana a que toda persona aspira.
Como cristianos Metodistas con firmeza repudiamos este atroz atentado contra la vida de niños y niñas, víctimas inocentes de la insana actitud de quienes creen resolver problemas sociales a través de violar la vida de quienes nada tienen que ver con esos problemas. A su vez, nos solidarizamos con el dolor que viven las familias de los niños, ahora cercenadas por el terror y la violencia.
Desde nuestra convicción Evangélica no podemos callar nuestra voz ante este atroz crimen. Aunque los hechos sucedan en un lugar lejano de nuestro continente latinoamericano, igual resuenan en nuestros oídos la pregunta que Dios hace a Caín:
“¿Dónde está tu hermano Abel? Y Caín contestó: -No lo sé. ¿Acaso es mi obligación cuidar de él?” Y luego el Señor lo confrontará con su crimen:“¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.” (Génesis 4:9-10).La sangre de esos niños y niñas piden justicia y no deben ser olvidadas, pero tampoco deben alimentar más violencia.
En estos días en que nos encontramos en las vísperas de la celebración de la Navidad, cuyo mensaje nos dice que Dios quebró la soledad humana al hacerse presente en nuestra historia con un mensaje de Salvación, pedimos que ese mismo Dios confronte a los violentos con la misma pregunta dirigida a Caín y a nosotros nos impulse una vez más a ser activos promotores de la paz y el diálogo entre las personas.